Así creas tu infelicidad
Dr. Renny Yagosesky
Después de pasarme más de tres décadas observando el comportamiento de millares de personas y de estudiar sus estilos habituales de pensamiento, decisión y acción, puedo afirmar que los seres humanos tenemos una capacidad especial para auto sabotearnos.
Cuando le preguntaron al gran terapeuta cognitivo Albert Ellis, qué porcentaje de personas pensaba él que requerían ayuda, en razón de sus conductas neuróticas, y se sabotean el éxito y su felicidad, respondió que “más o menos un 100 %”.
Eckhart Tolle, destacado espiritualista y exitoso escritor, ha afirmado que “a nuestro ego le encanta que las cosas salgan mal.” Asimismo, Gurdjieff, el sabio ruso, estima que, para entender al ser humano, debemos comenzar por entender que “prácticamente todos están locos”.
Desde mi esquina profesional, he podido captar los patrones de conducta que usamos para bloquear nuestras aspiraciones, casi siempre por razones de ignorancia o inconsciencia y pocas de manera perversa o deliberada.
Lo primero que hacen los creadores de infelicidad es no decidir ser felices. Suelen creer que esa decisión no hace falta, que es un derecho divino o que surgirá inesperadamente por “generación espontánea”. Lo ven como si se tratara de un resultado que aparecerá como consecuencia lógica de su belleza, su bondad, su fama o su riqueza.
Lo otro que hacemos para enturbiar nuestro clima emocional es ignorar la muerte. No queremos pensar ni hablar de ese tema, ya que, aun siendo un destino inevitable, nos parece “prematuro”, “escabroso” o “pavoso”. Decimos que “lo que ha de ser será”, huimos y nos dedicamos a buscar todo el placer que tengamos a mano, como un falso antídoto, cuando se trata de “tapar el sol con un dedo”.
Otro modo de crearse infelicidad es pensar que estamos abandonados a nuestra suerte en un mundo sin reglas, sin Dios, regidos por el azar y la competencia voraz. Creer eso, nos lleva a asumir que nada tiene sentido, pues todo es accidental y pasajero. Entonces estamos a un paso de justificar desmanes y atrocidades sin tener que sufrir cargos de consciencia. Otros resienten que su Dios los haya traído en condiciones desventajosas, de carencia, violencia o enfermedad.
Los más infelices también son expertos en el pensamiento negativo. Con frecuencia, se enfocan en recuerdos dolorosos que les restan satisfacción. Otras veces deciden miran el futuro con negatividad y se dedican a imaginar amenazas de daños y potenciales desastres. Para ellos victimizarse y vivir resentidos es lo normal, cotidiano y debidamente justificado.
Una de las tendencias favoritas de los sufridos es su afán de conflictos. Suelen enredarse en refriegas dramáticas con parejas, parientes o vecinos y se aseguran una convivencia estresante y martirizadora. Las personas infelices, portan un claro talento confrontador, al que se aferran con fuerza. Provocan, discuten, ofenden y guardan resentimientos por años, lustros o décadas.
La práctica de buscar defectos, es otra de las causas provocadoras de infelicidad personal. Se trata de una costumbre sufridora y común, que nos conduce al pesar y trae insatisfacción y soledad.
Y ni hablar del tremendo defecto que significa meterse en la vida ajena. Quienes proceden así, dedican tiempo y esfuerzo a indagar lo peor del prójimo para calumniar y desprestigiar. Los entrometidos suelen también ser envidiosos y muchos terminan por abandonar sus metas y atraer rechazo.
La elección de una pareja incompatible, poco amorosa, deshonesta o violenta, no algo que suceda poco. Muchos eligen precipitadamente y pagan con pesar esa impulsividad.
Algo similar ocurre con el trabajo, pues son muchos los que toman trabajos insoportables o trabajan de manera mediocre, discuten con el jefe, no se integran con sus compañeros, desatienden sus tareas y luego se quejan de los resultados y viven frustrados y victimizados.
La “guinda del trago” en el arte de la infelicidad, es el descuido de la salud. Este modo de funcionar, que incluye prácticas como alimentarse mal, trasnocharse, no hacer ejercicio, dormir poco, no divertirse y usar drogas, es una receta infalible para el mal vivir, pues te asegura malestar, enfermedad, gastos, disgustos y autocompasión, lo que nos aleja a kilómetros del bienestar y la felicidad.
Estas estrategias mentales, emocionales y conductuales, desplegadas día a día, son capaces de borrarle la sonrisa, minar la confianza y hacer que cualquiera pierda, eventualmente, el deseo de vivir.
Ahora que puede usted reconocer las conductas de autosabotaje más comunes, puede elegir dedicarse a contrarrestar su influencia. ¿Cómo?
Decida que quiere ser feliz. Comprenda que estamos de paso en esta vida y aproveche al máximo cada día. Confíe en la existencia de una fuerza inteligente que opera a su favor.
Múdese para el lado de la vida positiva. Asuma responsabilidad por sus actos y las consecuencias que generen. Esfuércese por mantener la armonía, tolere y muestre empatía hacia quienes le rodean. Viva y deje vivir. Enfóquese en su mundo y no en la vida ajena. Elija parejas más compatibles o cree zonas de acuerdo que les permita funcionar. Póngale amor a su trabajo y fraternice con sus compañeros, que son hermanos prestados en esta vida. Y cuide su salud, pues estamos mejor cuando el cuerpo y la mente tienen buen funcionamiento.
Debe quedarnos muy claro, que nuestras decisiones, actitudes y relaciones, son tres factores de peso que determinan la calidad de nuestras vidas. Gracias por leerme.

es Ph.D en Psicología,
Conferencista y Escritor
Redes: @doctorrenny