Necesito Dinero
Dr. Renny Yagosesky / El Globo News /
MIAMI.– Es difícil conocer a alguien que no necesite dinero. Incluso los más pudientes, parecen tener un apetito insaciable en el tema de las ganancias materiales. Recuerdo que cierto día, le pregunté a un millonario por qué seguía esforzándose tanto, cuando sus ganancias eran tan grandes y dirigía tantos negocios productivos. Para mi sorpresa, su respuesta fue… “lo hago por estatus.”
Está claro que el dinero se requiere para poder sobrevivir y, para vivir una vida relajada, mejorada con ciertos complementos no indispensables pero deseables, que llamamos preferencias, caprichos o lujos.
Quienes no disponen de dinero suficiente, sufren, pasan trabajo y en ocasiones no logran afrontar con éxito temas de salud, de estudios, ni viven con la dignidad que todo ser humano debería vivir.
En cuanto a la percepción, mientras que algunos ven el dinero como una panacea que resolvería todos sus males, otros lo consideran el origen y base de todos los males y dramas humanos. Están los que le restan importancia y se conforman con un salario mensual o un botón de reconocimiento. Otros viven para la solidaridad y el servicio, y se enfocan en dar. Y no dejemos de lado, a los que hacen cualquier cosa por obtener dinero, incluyendo robar, herir o matar.
Este siempre ha sido un tema polémico, del que han hablado filósofos, economistas, empresarios, académicos y motivadores. Unos tratando de ampliar la comprensión global del fenómeno productivo, otros ofreciendo reglas para crear riqueza y no falta quienes nos instan a atraer la riqueza energéticamente, con base en reglas cuánticas o rutas metafísicas.
Aunque resulta evidente que hay mucho dinero en manos de pocos y poco en manos de muchos, no me detendré a analizar aquí el asunto de la desigualdad social, que evidentemente la hay. Me enfocare en ayudar a los más interesados, a los que ya renunciaron a las excusas y están listos para pagar el precio requerido para mejorar su condición, pero tal vez no tiene muy claro qué hacer o por dónde empezar.
Tal vez lo primero que recomendaría es entender la importancia del dinero, como un bien de intercambio, para para adquirir alimentos, pagar alquileres, desarrollar negocios, vestirnos, divertirnos y, en general, para interactuar socialmente.
Lo segundo es dejar de pensar y hablar mal del dinero, pues no es posible trabar buena relación con aquello de lo que se reniega frecuentemente, ya sea una situación, una persona o una cosa.
Lo tercero es activar la motivación de ganar más dinero. Derrotar los prejuicios religiosos o culturales relacionados con la ambición, pues todos tenemos derecho a mejorar nuestras vidas, materialmente hablando. Las ideas de culpa o miedo asociadas con la producción de dinero, solo estorbaran al proceso de producir y de disfrutar de lo que se haya producido. Como ha dicho Wallace Wattles en su libro “La ciencia de hacerse rico: “El deseo de riqueza es realmente el deseo de una vida más rica, más llena y más abundante; y ese deseo es meritorio y digno.”
Lo cuarto es estudiar el tema del dinero, para entender cómo podemos ganar dinero. A decir de Robert Kiyosaky: como empleado, como profesional independiente o auto empelado, como empresario o como inversionista. Y debemos, asimismo, aprender todo lo posible sobre ventas, inversiones y mercadeo, relaciones, liderazgo, y comunicación. Son habilidades que pueden llevar a cualquiera a la cima.
Lo quinto es entender los dos pilares del dinero: la producción y la administración. Se produce, decía Anthony. Robbins, cuando encontramos un producto o servicio que mejore la vida de las personas y lo masificamos. Y en cuanto a la administración, necesitamos balancear el ahorro, la inversión y el gasto. Ahorrar más, invertir gradualmente de menor a mayor y gastar solo en lo necesario.
Lo sexto es entender la relación de las emociones con el dinero. Por una parte, en el sentido de la pasión necesaria para avanzar hacia lo que se desea. “Sin pasión no hay producción. Hay que querer lograr para poder lograr.” Y, en segundo término, pues las decisiones económicas deben pasar por el tamiz de la racionalidad, y en ocasiones debemos cotejar nuestra percepción, con las miradas frías de otros para tener una conclusión no distorsionada por el exceso de entusiasmo.
Y lo séptimo es trabajar duro y usar los recursos tecnológicos modernos para que sea un trabajo intenso y a la vez inteligente. Nada de sentarse a esperar pasivamente el buen destino. Como bien decía Benjamín Franklin: “La pereza camina tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla”.
Renny Yagosesky
es Ph. D y MSc. en Psicología.
Lic en Comunicación Social
Conferencista y Escritor.

