Un recuerdo para Ali en sus 80 años (II)

Por Jesús Cova
Especial para El Globo News
MIAMI. – Por supuesto que en esta nota acerca del 80° aniversario del “Deportista del Siglo XX”, distinción otorgada por la revista Sport Illustrated y por la cadena BBC, es insoslayable traer al recuerdo su épica e inolvidable confrontación contra el hasta entonces teóricamente invencible y demoledor George Foreman, suceso del que en este 2022 se cumplirán 48 años.
Aquel encuentro, sin ninguna duda la auténtica y reconocida Pelea del Siglo XX es, también, un suceso inscrito para siempre en las páginas del deporte. Reunió sobre un cuadrilátero a dos de los más sólidos y eximios pesos completos de todas las épocas, el para el momento excampeón Muhammad Ali y el agresivo y devastador monarca George Foreman (se decía de él que tenía instinto de asesino en el ring), sentado en los tronos de la Asociación Mundial de Boxeo y del Consejo Mundial de Boxeo, dos de las organizaciones más importantes de las que controlan la especialidad en el área profesional.
Foreman metía miedo con su récord inmaculado de 40-0, 37 nocauts propinados, con Frazier y Norton entre sus víctimas, mientras que el retador computaba 42 victorias, 29 por nocaut y 13 decisiones, sin empates.
La pelea se efectuó en la madrugada (4:00 am hora de Kinshasa ), el 30 de octubre de 1974 en el estadio 20 de Mayo de la ciudad africana, con aforo para 60 mil personas, capacidad rebasada por un poco menos del doble por enfervorizados espectadores, la mayoría anhelantes de un triunfo para el retador, a quien auparon sin reposo, con mayor estridencia durante y sin reposo en los 26 minutos y 58 segundos que duró el combate, al grito de ¡Ali, bumayé!, ¡Ali, bumayé! (¡Alí, mátalo!, ¡Ali, mátalo!) en lingala africano. Ali, de 1,92 de alto y 216.1/2 libras (98,202 kilos), con un alcance de 199 cms. subió al ring en primer término, vitoreado por la multitud. Unos 10 minutos después lo hizo el monarca cabeza gacha, bajo un ensordecedor abucheo. De igual estatura que Ali y un centímetro menos en alcance, dejó en la balanza 220 libras (99,703 kilogramos). Para cada uno una bolsa de $5 millones pagados por el dictador Mobotu Sese Seko, una suma nunca antes pagada a los protagonistas de una pelea.
El clamoroso, sorprendente y consagratorio triunfo devolvía al peleador de Kentucky de 32 años al trono de que había sido despojado 7 años atrás, no perdido en el ensogado sino ante un tribunal que le sentenció a cinco años de prisión que no purgó, y que le arrebató el cinturón, en abril del ‘67 por su negativa a enrolarse en el ejército e ir a combatir en Vietnam, negativa que apoyó, en su defensa, con la argumentación de ser objetor de conciencia y porque “no tengo nada en contra de los vietcongs. Ningún vietcong me ha llamado nigger (negro). No voy a matar a ninguno de ellos”.

Ali manejó aquella pelea en contra de todos los pronósticos, incluso a contramano de las instrucciones de Dundee, quien le recomendó mantenerse alejado del poder destructor de Foreman, de 25 años de edad y una máquina aplanadora que había vapuleado sin misericordia a sus rivales anteriores.
Ali desoyó el consejo del entrenador y puso en práctica su propio criterio y estrategia: dejó que Foreman atacara y golpeara mientras él se protegía la quijada y el cuerpo para obstaculizar la ofensiva enemiga con brazos y antebrazos por delante, sin dejar las cuerdas. El joven campeón golpeaba y golpeaba, sin dañar al aspirante, quien además se solazaba en susurrarle cosas irritantes como que “¿Eso es todo lo que tienes, mujercita?”, “¿No puedes pegar más fuerte, George?”, y otras más, para amedrentarlo y desconcentrarlo.
Así llevó el pleito durante los siete rounds del comienzo recostado siempre en las sogas, un desconocido estilo que llamó “rope a dope“ (sin traducción, algo así como moverse o protegerse en las cuerdas), abrazado al campeón como una sanguijuela y de improviso: pim, pam, pum.!, disparó tres, cuatro, cinco golpes secos y Foreman se desbarató. Se fue derrumbando lentamente, de lado, hasta caer, como un saco lleno de aserrín, sobre la lona.
Para que nos relate aquella dramática e inesperada escena final nos permitiremos citar lo descrito por el escritor y periodista estadounidense Norman Mailer en su novela El Combate, en la cual cuenta los entretelones de aquel combate organizado por el famoso y exhibicionista promotor de la cabellera alborotada, Don King, con el respaldo económico del dictador Mobotu Seze Seko (1930-1997), que vio en la pelea, la primera montada en África por una faja mundial, un filón para la proyección a escala mundial de su imagen y de su gestión.
El gran maestro de la corriente llamada Nuevo Periodismo precisó en poco más de 100 palabras lo siguiente:“…Luego un tremendo proyectil exactamente del tamaño de un puño dentro de un guante penetró hasta el centro mismo de la mente de Foreman, el mejor golpe de esa noche sorprendente, el golpe que Ali había guardado durante toda su trayectoria profesional…Todavía doblado por la cintura en esa postura de incomprensión, manteniendo los ojos fijos en Mohamed Ali, empezó a tambalearse… Cayó como un mayordomo de sesenta años y un metro ochenta de estatura que acaba de recibir trágicas noticias, sí, fue un largo derrumbamiento de dos segundos durante los cuales el campeón caía por partes mientras Ali daba vueltas alrededor de él, formando un círculo estrecho y con la mano preparada para pegarle una vez más, pero no hubo necesidad; fue una escolta completamente íntima hasta el suelo.” (*)
Zachary Clayton, el árbitro, una vieja estrella del mítico equipo de baloncesto Trotamundos de Harlem solo dio unos apurados, pocos y largos pasos, se acercó al caído, palanqueó el brazo derecho y contó los 10 segundos de reglamento, para pasmo del mundo aficionado al boxeo. Muhammad Ali acababa de tomar un lugar para la eternidad en el Olimpo, la mitológica morada de los dioses.
Pormenores de ese choque inolvidable fueron llevados al cine por Leon Gast en “Cuando éramos reyes” y por Michael Mann en “Ali”, dos de muchos largometrajes y documentales sobre la vida del astro boxístico, el deportista que ha sido llevado más veces a la gran pantalla.
CONTINUARÁ…